La observación atenta de nuestra realidad cantonal babahoyense y los pocos comentarios recibidos producen mucha preocupación, para aquellos ciudadanos, sean estos hombres o mujeres preocupados por lo que se llama “Sociología de la Vida Cotidiana”, al constatar como nuestro pueblo de manera lenta y continua ha sido separado, marginado, dividido, excluido y prohibido de ocupar direcciones en muchas instituciones públicas o privadas a tal punto que los babahoyenses somos extraños en nuestro propio lugar natal.
Y este fenómeno social debe llamarnos la atención por muchos motivos, pues con el tiempo, al aparecer como grupo social y con personalidades individuales en este espacio geográfico – social, se pretendería al pasar de los días, incluso desconocernos como capital provincial, eliminándonos de la historia como generadora de una posición política administrativa.
Pero esta preocupación no viene de un interés personal, si no todo lo contrario, pues al perder como sociedad el “sentido de pertenencia” lleva a pocas personas a buscar explicaciones suficientes y tomar una posición activa.
Por supuesto, que por principios jurídicos – políticos todos los ecuatorianos y los extranjeros tenemos los mismos derechos y responsabilidades, lo cual significa aceptar la presencia de los afuereños, pero el asunto radica en el continuo e incluso cada vez más rápido desplazamiento y con el tiempo podemos convertirnos en nada.
No se trata del negativo “cantonismo”, observado en otras ciudades de nuestra provincia y en muchas partes del Ecuador, al impedir la presencia de afuereños en posiciones administrativas sean públicas o privadas, ante lo cual espero ser comprendido, pues siempre fuimos, somos y seremos ciudadanos democráticos.
No debe haber confusión, soy y somos y nos consideramos babahoyenses, riosenses, ecuatorianos, latinoamericanos, ciudadanos del mundo y a mucho orgullo montubios.
Se trata de elevar el auto estima y la personalidad de hombres y mujeres valiosos que si los hay en nuestro medio, ante lo cual manifestamos nuestra preocupación, entendiendo también las limitaciones culturales nuestras como comunidad y como sociedad.
Dejemos la crítica negativa a nuestros propios coterráneos, es nuestro mensaje, y por otro lado, reconozcamos nuestras fortalezas que sí las tenemos.
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